20 jul 2012

Dos puntos

Querido negro:
Soy ese tipo de gente que se siente sola y necesita de la radio para respirar y no enloquecer.
Me temo que usted no sabe que somos amantes, todas las noches dormimos juntos y usted me cuenta historias que me hacen despegar de la realidad para soñar mejor. Me abrazan y cobijan la mente, la curan de la peste de la estupidez cotidiana, me salvan del vendaval de prejuicios y estrechez mental que me rodea en forma de personas. No quiero sonar soberbia, tengo claro que allá afuera hay para quienes entro en el parámetro de lo mediocre, holgadamente. Pero tampoco quiero que esto se me vaya de las manos y deje de ser lo que es, una declaración de admiración -Iba a decir amor pero amor es cuando no hay palabras y este, créame, no es el caso-.
Hace algunos años le hubiera preguntado si quería ser mi novio. A veces creo que preferiría ser algo que lo descubra y recorra desde adentro, quizás ser un impulso eléctrico que recorra su cerebro ocasionalmente o una plaqueta que navega en su sangre por sus vengas. Pero después, pensándolo bien, prefiero seguir teniendo dos oídos y un cerebro que me hagan escucharlo, sentirlo, saberlo, pensarlo, deducirlo, aceptarlo y contradecirlo, para así conservar el misterio y el desvelo que me genera conocer sus detalles, quedando felizmente condenada a ser su oyente.


*carta inutil que le escribí a Dolina y permaneció en la oscuridad un tiempo largo.

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